Mientras se consideró discípulo de Hegel efectivizó con firmeza la defensa de su filosofía. En 1835, habiendo muerto su maestro, en la epidemia de cólera, cuatro años antes, hizo una ardiente defensa de la posición de Hegel, ante el ataque de uno de sus críticos.
En 1839, iniciaría el mismo Feuerbach, la actitud crítica contra el autor de la "Fenomenología del espíritu". Y desde la publicación en 1841 de "La esencia del cristianismo" su posición sería englobada en la de los hegelianos de izquierda. Eran discípulos directos o indirectos que criticaban ideas como la convicción hegeliana de la unidad entre la religión cristiana producto de la revelación y de la filosofía.
Los hegelianos antiguos o adeptos más ortodoxos realizaron un importante trabajo en el orden histórico, en especial, en el de la historia de la filosofía; los jóvenes hegelianos de izquierda dieron fuerza e impulso a una progresiva aplicación de la doctrina al orden político.
Sin estrictos compromisos cerradamente ideológicos, Feuerbach perseguía la "realización" de las ideas hegelianas. Feuerbach no quiere explicar de modo especulativo toda la realidad a partir de lo inmaterial, Dios o la Idea o el espíritu puro; aspira a comprender la situación concreta de los seres humanos y de la totalidad de las cosas, de un modo sensualista. Da preeminencia a la percepción y los sentidos, sobre el pensamiento.
En su obra sobre la naturaleza del cristianismo intenta mostrar verdades que a su juicio se hallan en la religión bajo presupuestos falsos. Dirá, taxativamente: "El secreto de la teología es la antropología". La disciplina antropológica debe ser la negación de la filosofía idealista.
Es de aquí donde deriva el pensamiento esencial del filósofo. Las supuestas propiedades divinas son una proyección alienada de las propiedades humanas.
La influencia de Feuerbach en la cultura popular
Las teorías de Feuerbach han tenido influencia en el mundo moderno, incluso en la cultura popular, y llegaron a alcanzar cierta difusión cuando, en los años setenta se publicó el álbum Aqualung, del grupo de rock británico Jethro Tull, en el que, en su portada, se indicaba que "en el comienzo, el hombre creó a Dios y le dio poder sobre todas las cosas".
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