Ser es el atributo filosófico griego que se le adjudica a una entidad capaz de definirse a sí misma frente a un medio capaz.
Ser es el más general de los términos. Con la palabra «Ser» se
intenta abarcar el ámbito de lo real en sentido ontológico general,
esto es, la realidad por antonomasia, en su sentido más amplio: «realidad radical». El Ser es, por tanto, un trascendental, aquello que trasciende y rebasa todos los entes sin ser él mismo un ente,
es decir, sin que ningún ente, por muy amplio que sea y se presente, lo
agote. Dicho de otro modo: el Ser desborda y supera dialécticamente el
mundo de las formas, el mundus asdpectabilis, trasladándose en otro contexto, «más allá del horizonte de las focas», más allá de toda la "morfología cósmica".1
Sin embargo, la pregunta por el Ser no corresponde solamente a
occidente, y los filósofos antiguos de China desarrollaron
independientemente posiciones acerca del ser. Ya Laozi
hace en el siglo VI a.C. la distinción entre ser y no-ser. Luego, las
escuelas neo-taoístas (Wang Bi, Guo Xiang, etc.) harán prevalecer el
no-ser sobre el Ser.
FUENTE.
[https://es.wikipedia.org/wiki/Ser]
Dinámica de sistemas
Ser, desde el punto de vista de la dinámica de sistemas, es el objeto (del latín obiectus) con el potencial de evaluar
ante transacciones de cargas entre el medio y el sistema para asentarse
a sí mismo. Esta interacción puede realimentar la organización de tal
manera que dota de capacidades auto-adaptativas al sistema hacia el
equilibrio, asignándosele categoría de entre bueno y malo. (véase
también autopoiesis)
El hombre es, porque no es y quiere serlo, una motivación de lo humano que le lleva a superarse a si mismo, en virtud de un bien común que es la perfección.
Esquemas filosóficos
Generalmente se ha considerado al término ser como un sinónimo de entidad o de ente, en tanto que sería una cosa que posee existencia y autonomía. Las anomalías del verbo ser
(uso infinitivo como participio, empleo de otro infinitivo) fueron
notados por los gramáticos de fines del s. XVII y principios del s.XVIII
y determinaron que ser debe entenderse como infinitivo que expresa un
acto y crearon el participio presente ente (caso ablativo del latín: ens-entis).
Pero esta norma no pasó al lenguaje corriente: sólo se atuvieron a ella
los eruditos. En filosofía es aún común llamar ser a un sujeto que, en
realidad, es un ente.
- Según Martin Heidegger, esto es uno de los mayores errores en la historia de la Filosofía. En efecto, este filósofo define a la Metafísica como el olvido del ser.
- Según Parménides lo describe como lo que hay o existe, en general. Todo lo opuesto a la nada
- Según Platón es propiamente la idea, siendo ésta: inmaterial, absoluta, perfecta, eterna e inmutable.
- Según Aristóteles el ser como sustancia, compuesta de materia y forma; las cuales están unidas inseparablemente.
- Según Wang Bi, el no ser se identifica con el Tao, por lo que se lo considera el origen de todas las cosas, en particular el Ser.
- Según Guo Xiang, el Ser no puede nunca transformarse en no-Ser, por lo que el Ser ha existido desde siempre. En este caso, se establece una distinción tajante entre ellos, al modo de Parménides.
Considerando los distintos puntos filosóficos, se puede observar como Aristóteles establece la base en el propio conocimiento, que al ser expresado, se organizan por predicados que se divulgan desde un sujeto con su significado propio como concepto por intuición de lo real, como un atributo del sujeto de la oración. Otras ideas entienden esto como que el ser se predica por analogía, siendo su predicación propia lo que le corresponde a la sustancia primera que únicamente puede realizar la función de sujeto de la oración y, secundariamente por analogía puede predicarse a los accidentes. Sustancia y accidentes constituyen los contenidos que se pueden predicar del ser, según las categorías.
Esquemas lingüísticos
Ahora bien, ¿qué se deber entender entonces por ser? Ser es, ante todo, lo que se expresa mediante el modo infinitivo de un verbo;
el verbo que designa aquello que hace que todas las cosas sean, y sean
lo que son, pero él mismo, por ser infinito y no tener límites es un horizonte pero no es ningún ente, no es alguna cosa. Además, según el mismo Heidegger, ser es tiempo, precisamente porque las cosas que son no permanecen, sino que se dan en un horizonte temporal.
Contrastes
Para entender el concepto de ser es necesario contraponerlo con el concepto de ente (o cosa que es). En efecto, "ser es siempre el ser de un ente" (Cf. Ser y tiempo),
pues no hay seres por si solos, sino que el ser se da siempre en un
ente que es. Pensemos, por ejemplo, que una persona (un ente) puede ser muchas cosas: puede ser un profesor, puede ser un sacerdote, puede ser un hijo... y todo se remite al mismo ente, por esto es que ser y ente no son lo mismo.
Entonces podemos concluir que ser hace referencia a los modos que tiene el ente de darse en el mundo.2 De ahí que Aristóteles dijera en su Metafísica (Libro VII) que "ser se dice de muchas maneras".
Ser y categorías
En el libro VI de la Metafísica,
Aristóteles afirma que ser se dice de muchas maneras: se dice de
acuerdo con las categorías (que son la entidad, el lugar, el tiempo, el
padecimiento, entre otras), pero también se dice del accidente, del
acto, de la potencia, de la verdad y de la falsedad (que vendría siendo
no-ser).
Posteriormente, este filósofo va a considerar que debido a esa
multiplicidad de sentidos, no se puede preguntar ¿qué es ser?, pues
debemos precisar bien el término por el que preguntamos y, si hay una
ciencia que estudie el ser, cuál es el objeto que estudia. Entonces,
Aristóteles observa (Libro VII) que todos los sentidos en los que se
dice ser están referidos a la substancia,
que es fundamento de todo. En efecto, de la substancia décimos que está
en tal lugar, que tiene tal color, que padece tal cosa, y todo lo
décimos que es o bien es una entidad o bien está referido directamente a
ella. Por eso, Aristóteles propone que en vez de preguntarnos por qué
es el ser, debemos preguntarnos por qué es la entidad.
El olvido del ser en la metafísica
No obstante, después de Aristóteles el ser cayó en el olvido, según Martin Heidegger.
El término "olvido del ser" es usado por este filósofo para explicar
que, en la historia de la metafísica posterior a Aristóteles, ser y
entidad se confundieron, pues se los tomaba como sinónimos, por lo que,
en efecto, el ser se olvidó. El problema de considerar al ser como una
entidad más (o incluso como la entidad: como Dios)
es que lo cosifica, esto es, se lo toma como una cosa, cuando el ser,
precisamente, no es una cosa. Así pues, nunca se lo estudió
correctamente, lo cual llevó a equívocos. Pensemos que, por ejemplo, el
correr no es una cosa, sino una acción, y que sería muy equivocado
tomarlo como una entidad. Lo mismo pasa con el ser.
Problema del ser y el deber ser
El problema del ser y el deber ser (también llamado la guillotina de Hume, y muchas veces confundido con la falacia naturalista) es un problema en metaética acerca de la posibilidad de deducir oraciones normativas a partir de oraciones descriptivas. Las oraciones descriptivas son aquellas que dicen lo que es el caso, mientras que las oraciones normativas son aquellas que dicen lo que debe ser el caso. Tómese por ejemplo el siguiente par de oraciones:- Nerón es cruel.
- Nerón debe ser cruel.
- Todos los emperadores deben ser crueles.
- Nerón es un emperador.
- Por lo tanto, Nerón debe ser cruel.
Pero el problema del ser y el deber ser consiste en encontrar una manera de deducir oraciones normativas sin tener que incluir más oraciones normativas entre las premisas. En el argumento anterior, uno puede preguntar por una justificación para la nueva oración normativa, "todos los emperadores deben ser crueles". En tal caso, la única salida sería deducir la oración a través de otro argumento que incluya una premisa normativa. Por ejemplo:
- Todos los líderes deben ser crueles.
- Todos los emperadores son líderes.
- Por lo tanto, todos los emperadores deben ser crueles.
El abismo que separa a los hechos de los deberes no tiene nada que ver con el contenido de las proposiciones descriptivas de las que se parte. Lo mismo da que se trate de proposiciones metafísicas, científicas o de la vida cotidiana. El error se encuentra en el procedimiento, no en el punto de partida.
Historia
El problema fue presentado por primera vez por David Hume en un breve párrafo de su libro de 1739-40, el Tratado sobre la naturaleza humana (Libro III, Parte I, Sección I) :No puedo evitar añadir a estos razonamientos una observación que quizás puede tener alguna importancia. En cada sistema de moralidad que he observado hasta ahora, encuentro siempre que el autor procede algunas veces en la forma ordinaria de razonamiento, y establece la existencia de Dios, o hace observaciones sobre asuntos humanos, cuando de repente soy sorprendido porque, en vez de las usuales copulaciones de proposiciones «es» o «no es», me encuentro con proposiciones ninguna de las cuales no está conectada con un «debe» o «no debe». Este cambio es imperceptible, pero es sin embargo de consecuencias últimas; porque como este «debe», o «no debe», expresa alguna nueva relación o afirmación, ésta debe necesariamente observarse y explicarse; al mismo tiempo debe darse una razón para algo que parece completamente inconcebible: cómo esta nueva relación puede ser una deducción de otras que son completamente diferentes de ella. Pero como los autores no toman comúnmente esta precaución, debo intentar recomendarla a los lectores; y estoy persuadido que esta pequeña atención subvertiría todos los sistemas vulgares de moralidad; y permite ver que la distinción de vicio y virtud no se encuentra simplemente en las relaciones entre objetos, ni es percibida por la razónLa cita de Hume muestra que las proposiciones normativas, sea que expresen obligaciones ("debe") o prohibiciones ("no debe"), tienen una estructura lógica distinta ("una nueva relación") a la de las proposiciones fácticas ("es y no es"). De modo que si las primeras intentan deducirse de las segundas, pareceríamos estar ante un razonamiento falaz, esto es, un razonamiento que puede resultar persuasivo pero que sin embargo es lógicamente incorrecto.
Hasta el momento en que Hume escribió el mencionado pasaje, el problema del ser y el deber ser no había sido planteado ni propiamente reconocido como un problema por los filósofos morales. Es sólo a partir del pasaje de Hume, y más fundamentalmente a partir de su recuperación por parte de algunos pensadores analíticos del siglo XX, que se percibió la complejidad del problema del ser y deber ser, y se extendió la idea de que existe un abismo lógico insalvable entre el orden fáctico y el orden normativo. Desde entonces, el problema ha crecido en importancia hasta convertirse en uno de los temas centrales de la metaética contemporánea.
En 2004, Nicolás Zavadivker propuso una ampliación del argumento de Hume, al mostrar que aun cuando las normas pudiesen ser deducidas a partir de descripciones, este procedimiento no podría dar cuenta de la moralidad de las mismas. Esto se debe a que las premisas del razonamiento serían (por ser descriptivas) axiológicamente neutras, por lo que no permitían mostrar el carácter justo o correcto de ese deber, es decir, no permitirían justificar moralmente la conclusión normativa. Zavadivker denominó falacia de la justificación cognitiva al error consistente en considerar que razones de orden cognoscitivo bastan para justificar una norma, esto es, para considerarla justa o correcta.1
La solución de Searle
En 1964, John Searle publicó un artículo titulado How to Derive 'Ought' From 'Is', donde propone una solución al problema. Según Searle, el hecho de hacer una promesa, lo coloca a uno bajo la obligación de cumplirla, simplemente por definición de lo que significa hacer una promesa. Hacer una promesa es "colocarse a uno mismo bajo una obligación", de modo que el acto de prometer deriva en el deber de cumplir lo prometido. Si bien hubo numerosos intentos por responder al problema de Hume, el de Searle fue el que cobró mayor notoriedad; lo que conllevó que una gran cantidad de autores intentaran refutarlo.Otros pensadores que cuestionaron la existencia de un abismo entre el ser y el deber ser son Hilary Putnam, Michael Smith, Stephen Toulmin y Mario Bunge.
El deber-ser
Immanuel Kant.
El deber-ser nunca se deduce a partir del ser (fue Hume el primero en plantear este problema: concretamente, en el libro III, parte I, sección I de su Tratado sobre la naturaleza humana). Si placeres y ventajas son hechos (ser), entonces quedan descalificados axiológicamente el hedonismo (reduce valor a placer) y el utilitarismo (reduce valor a ventaja).
Que del Ser se derive necesariamente el Deber-ser es una falacia (ver metafísica).
FUENTE.
[https://es.wikipedia.org/wiki/Problema_del_ser_y_el_deber_ser]
Sustancia (Aristóteles)
El término sustancia (del griego ousía) en la filosofía aristotélica tiene la dificultad de ofrecer diversas definiciones. En el libro VII de la Metafísica, Aristóteles repasa todas las posibles acepciones del término, empezando por la sustancia material (entendida como cuerpo material) hasta llegar a las sustancias separadas (el cielo, los astros, el Primer Motor), es decir, sustancias eternas.Pero a lo largo de la Metafísica, Aristóteles considera que la sustancia es el modo más propio para hablar de ser, como ser que existe en el mundo; por ello no puede ser predicado de ninguna otra cosa, sino siempre sujeto. Sin embargo la teoría de la sustancia como sujeto de la predicación tiene lugar en el libro las "Categorías".
Su definición más clara es como Ούσία πρώτη o sustancia primera: Lo que no es afirmado de un sujeto ni se halla en un sujeto, como el hombre y el caballo individuales.1 Su única designación sería el señalamiento mediante el dedo índice2 o mediante un nombre propio.
Porque lo primero es el ser individual del cual se predica algo. Todo lo demás es todo lo que puede decirse de él.
Del hombre individual podemos decir que es hombre, por lo que ese término que significa hombre se predica de su ser, y podemos decir que es individual, predicando entonces como cualidad dentro de aquel su individualidad; pero el individuo en sí, la persona específica y particular, el ser o ente determinado sobre el que recaen esas cualidades, el sujeto, es un elemento que no puede ser predicado sobre ninguna otra cosa, que no puede constituirse como cualidad dentro de ningún otro sujeto.
La sustancia primera es la sustancia κατ´έξοχήν, es decir en cuanto tal, Ούσία.Las sustancias primeras no pueden ser más que sujeto. Si no fuera así podríamos afirmar de una cosa lo que es otra cosa.3 El sujeto es el sujeto que existe por sí mismo.
Otra tradición hermenéutica, que se apoya en la lectura del libro Dseta de Aristóteles, establece que Ούσία no es sustancia, sino “lo que es primero”, en tres órdenes: lógico, del conocimiento, y del tiempo. En el orden lógico porque en el enunciado de cada cosa , es requisito que esté presente el enunciado de la Ούσία; en el orden epistémico, porque se cree conocer cada cosa sólo cuando se sabe cuál es su Ούσία, y en el orden del tiempo, porque ningún predicado puede existir separado de la Ούσία. De esto se desprende que la Ούσία es aquello que antes, ahora y siempre se ha buscado, y que siempre será objeto de aporía o perplejidad.
Las conclusiones del libro Dseta apuntan a comprender por Ούσία a la forma o causa formal, de manera que la pregunta verdadera no es la que corresponde a la sustancia "¿por qué X es X?", sino "¿por qué en X se da Y?". A partir de estas conclusiones de Aristóteles, Ούσία es la representación del en-sí de las realidades individuales sensibles, que hace que sean lo que realmente son 4 .
Como premisa, esta lectura tiene una especial interpretación en el psicoanálisis, que se expresará como el S1 de Jacques Lacan.
Las sustancias segundas accidentes
Todos los demás predicados lo son (del verbo ser atributivo) por analogía con respecto a la sustancia primera; pero los que se refieren a la especie y los géneros Aristóteles los considera como «sustancias segundas» ούσία δέυτερα. Todos estos predicados no podrían existir si no existieran las sustancias primeras.5
Por qué Aristóteles sigue llamando sustancias a los géneros y las especies, no cabe más que pensar que son predicados que afectan a la esencia de la sustancia, por lo que parece que cuanto más cercanos al individuo más cerca están de ser. La especie más ser que el género y el género más próximo, mas ser que el remoto.6 Lo que muestra que Aristóteles no está tan lejos de la dialéctica platónica. Estos predicados y sus propiedades correspondientes, según Aristóteles, no cambian mientras la sustancia primera permanezca en su ser-en-el-tiempo, es decir a lo largo de los cambios que padezca a lo largo de su existencia en el mundo.
Los accidentes
Frente a los predicados de sustancias segundas, los accidentes están en el sujeto de forma circunstancial. Están pero pueden no estar.
Según la clasificación de los predicados por Aristoteles: sustancia y accidentes. Siendo la categoría de sustancia considerado como sustancia segunda y los accidentes: cantidad, relación, modo, hábito, situs, por lo que se considera a la substancia como un modo de ser (otros modos de ser, según Aristóteles, son los accidentes, la generación, la corrupción, la esencia, etc.)
En el Medievo, el término sustancia en Aristóteles se redefine al grado de llegar a una cosificación, con esto se pierde toda noción de la sustancia como un modo del ser.
En el empirismo, la sustancia es reducida a un conjunto de sensaciones. Siguiendo la lógica aristotélica, Kant define la sustancia como un concepto a priori resultado de la forma de un juicio categórico: consiste en afirmar o negar un predicado de un sujeto. En la Crítica de la razón pura, Kant reduce la sustancia a la categoría de la relación, dentro del esquema categorial de la inherencia, en contra de lo que suponía la Metafísica tradicional.
Heidegger, por su parte, en Ser y Tiempo achaca este olvido del ser en virtud de la sustancia, lo que genera una idea del ser a partir de lo ente (de una cosa). Por eso, para Heidegger el error de la filosofía después de Aristóteles fue considerar a la sustancia como un ente, como una cosa. Para resolver dicho error hay que olvidarse del término substancia para recuperar una noción clara del ser.
Referencias
- Aristóteles. Cat., 5, 2 a 11.
- Como hacen los niños pequeños, alrededor del año de edad, cuando no tienen palabra para designar lo que quieren
- Jamás podremos predicar Pepe de alguien que no sea Pepe.
- Samaranch, Francisco (1999). «El saber del deseo. Releer a Aristóteles.». Madrid: Trotta.
- Cat., 5,2 b 5
Así el individuo Pepe es la sustancia primera, y sus predicados como hombre (sustancia segunda) tiene más ser como especie que el predicado animal como género, o ser vivo como género remoto.
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